Una ciudad que incluso ha olvidado cómo brillar:
ríos de neón; rebaños de sonámbulos.
Entre los pedazos de ambición podrida que el viento esparce,
los rascacielos cortan el cielo nocturno hacia el que miraba.
No quedan sueños
en este mundo.
En esta ciudad donde ni siquiera se ven estrellas brillar,
busco un fin en el cielo nocturno;
con mis dedos delgados congelando la noche,
busco una respuesta.
Agitándose, agitándose, mi corazón ya no cree en nada.
El que floreció: mi corazón sonrosado.
Agitándose, agitándose en este mundo, incapaz hasta de amar,
como pétalos coloridos que sumergen en tristeza.
Rosier, te amé. Rosier, no puedo acercarme a ti.
Rosier, no puedo abrazarte. Rosier, te amo demasiado.
Me he perforado el corazón.
Cuando lo supe, nací.
Razón o búsqueda, nadie me lo dice.
¿Qué hago, qué debo elegir?
Las palabras "Sólo Dios lo sabe" no me sirven.
Nada empieza, nada termina en esta ciudad.
Sólo existen la soledad y la cruel realidad,
pero yo sigo buscando la luz.
Yo soy el gatillo, yo elijo mi camino final.
Si florezco o me caigo, depende de mí.
Yo soy el gatillo.
Agitándose, agitándose, mi corazón ya no cree en nada.
El que floreció: mi corazón sonrosado.
Agitándose, agitándose, en este mundo, incapaz hasta de amar,
¿no se esparcirá, con su corta vida, como esos pétalos?
Rosier, te amé. Rosier, no puedo acercarme a ti.
Rosier, no puedo abrazarte. Rosier, ni siquiera yo.
Yo soy el gatillo.
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