Estoy sentado en la esquina del cuarto
en el que ya no estás,
y tarareo una canción que invita al dolor.
El sonido de la manecilla del reloj,
que corta el tiempo;
el pulso,
que va a lo largo del cielo;
la respiración que se ahoga más y más...
Siempre he escuchado esta voz
que me perfora el pecho, el cual parece romperse.
La melodía que resuena
parece no ser más que una alucinación auditiva.
Cerré los ojos lentamente.
Tuve un sueño... Vi el perfil de tu rostro.
Flor que olvida los recuerdos,
que desaparece en la intensidad;
flor que olvida el amor, todo,
revive como si volviese a florecer.
No puedo reírme con normalidad,
como en aquellos tiempos
en que estabas a mi lado.
Invito a la soledad.
Los tonos de la lluvia que cae,
el arte del invierno gélido
y los amantes que bailan.
Los recuerdos reflejados
no parecen más que ilusiones;
los corazones congelados
se funden con el cielo.
Nos dejamos atrás...
Mis manos, con las que te tocaba,
siempre amaron tu calor, que desaparece en silencio.
Mis destrozados pensamientos
se pierden en esos días pasados...
Quiero gritar... que te amaba.
Siempre batiré mis alas,
aunque el cielo se cubra de heridas y se hunda,
para que el amor que me diste no desaparezca.
Tuve un sueño... Vi el perfil de tu rostro.
Pienso en soledad...
en este lugar al que ya no puedo regresar...
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