Rodeado por la bondad de mis seres cercanos,
comienzo a caminar hacia ti.
Todavía marcado por los recuerdos brillantes,
el cielo sopla a través de la calle que lleva al puerto.
Estos sentimientos por la persona que amo
sobrevivirán al invierno.
En esta brillante estación, ah,
sin esperar a que se abran las flores,
el barco zarpa hacia un destino desconocido.
Nadie puede apagar
las llamas que arden tranquilamente.
El pequeño barco cruza el océano,
deseando con todo su corazón hallar la tierra lejana.
Confío mi promesa eterna a esas manos.
Ahora suena la campana, diciéndome
que ha llegado el momento del destino.
Ah, anémona. Ah, anémona,
cuando esa colina esté teñida de rojo,
iré hacia ti,
iré hacia ti, ah,
hacia ti.
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