En la costa que se halla enfrente de la tristeza,
existe algo llamado sonrisa.
En la costa que se halla enfrente de la tristeza,
existe algo llamado sonrisa,
pero, antes de llegar allí,
¿hay algo que estemos esperando?
Para perseguir nuestros sueños,
no podemos tener una razón para huir.
Tenemos que avanzar
hasta ese lejano día de verano.
Si mañana lo encontramos,
no podemos suspirar,
pues, como un barco que se enfrenta a la marea,
tenemos que seguir caminando.
En un lugar teñido por la tristeza,
algo llamado milagro nos espera,
mientras continuamos buscando
el girasol que crece al final de la primavera.
El guerrero que espera por la luz de la mañana,
antes de poder agarrarla con sus uñas rojas,
ve como sus lágrimas brillan y se derraman.
Aunque hayamos crecido habituados a la soledad,
confiando tan sólo en la luz de la luna,
debemos volar lejos con alas sin plumas,
seguir adelante, sólo un poco más.
Mientras los nubarrones derraman su lluvia,
las calles mojadas destellan.
Aunque sólo traiga oscuridad,
una luz muy, muy poderosa
nos empuja a seguir caminando.
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