Siempre estabas a mi lado,
contemplando nuestro marchito sueño
y el polvoriento mapa del futuro.
Y, aunque había días en que me quejaba
y decía que nunca se cumpliría,
he sido capaz de superar
cada uno de los desvíos que tomé
para estar donde hoy estoy.
¿Qué fue lo que hice por ti?
¿Qué fue lo que no hice por ti?,
me pregunto desde entonces.
Pero da igual cuántas veces
llame a las puertas de mi corazón
o abra sus cajones:
todo lo que consigo sacar
son recuerdos felices...
Simplemente, siempre te amé.
Eso es todo, eso es todo lo que hubo,
pero es todo cuanto tenía,
e incluso ahora te amo de la misma manera.
Una vez, juntos, pedimos un deseo
bajo un hermoso cielo nocturno.
He olvidado el deseo
que pedí aquella noche,
pero recuerdo que lo que entonces quería
era que aquello durase para siempre.
Ahora que lo pienso,
es eso lo que debería haber deseado.
Pero Dios no existe,
juré el día en que
te convertiste en estrella.
No necesito a Dios
mientras tú estés ahí.
Aunque te has ido,
esta ciudad sigue siendo
ruidosa e infatigable,
como si nada hubiera sucedido.
Los meses y los años pasan tan deprisa;
y en las estaciones
que vienen y van sin hacer ruido,
cuando me sorprendo
mirando el cielo nocturno,
recuerdo aquel día
y, en silencio, pido un deseo.
Cuando te pido un deseo,
ahora que eres una estrella,
te digo:
"Ahora estoy bien, puedo continuar solo".
Porque no estoy solo.
Eso es, ahora vivo también por ti,
tú siempre vivirás dentro de mí.
Quédate a mi lado, como entonces,
y cuídame siempre.
Cuando te pido un deseo,
cuando te pido un deseo.
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