9 mar 2011

the GazettE - Burial applicant

Hola, cariño. Mátame dulcemente:
un cuerpo quemado no te abandonará.
Crees que no puedes salvarme, pero,
¿acaso has visto la muerte?
¿Puedo pensar que estás fingiendo
esa respiración entrecortada?

Bajo esos crujidos que llueven sobre mí,
el temblor no se detiene.
Romperé esos lazos que me atan al dolor
y que solamente puedo entender con mi mente.

Muere por mí... no puedes arreglarlo.
¿Está mal? Contéstame.
Deja que tus ojos duden y se balanceen,
pues no hay mentiras en las lágrimas derramadas.
Mis manos... ojos... mente... y respiración.
Lo que queda al final
son los recuerdos podridos que he quemado,
y la certeza de que ni siquiera
puedo salvar a un niño.

La sombra de esa fotografía
se vuelve loca,
odio y terror gritando al unísono.
Observo el amor que se rompe
y me pregunto por qué también
se ha de pudrir este cuerpo.
En la oscuridad veo
las risas teñidas de rojo,
las estúpidas palabras esparcidas.
Cada vez que se escucha una respiración,
se parece a aquel odio.

Bajo esos crujidos que llueven sobre mí,
el temblor no se detiene.
Romperé esos lazos que me atan al dolor
y que solamente puedo entender con mi mente.

Hola, cariño. Mátame dulcemente:
un cuerpo quemado no te abandonará.
Deja que mis deseos alcancen el oído
que es capaz de reconocer
la voz de un recién nacido
y el sonido de los gritos más profundos.
Por favor, haz que se ahoguen
en esos ojos húmedos,
como si se los tragaran.
Tan adentro... que no me puedan volver a tocar
con esos recuerdos que se ríen.

Olvídame... no puedes arreglarlo.
¿Está mal? Contéstame.
Deja que tus ojos duden y se balanceen,
pues no hay mentiras en las lágrimas derramadas.
Mis manos... ojos... mente... y respiración.
Lo que queda al final
son los recuerdos podridos que he quemado,
y la certeza de que ni siquiera
puedo amar a un niño.

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