Pude salvar mi amor.
Aunque oigo con claridad
los sonidos de las cigarras,
me siento frío y pesado.
Cierro los ojos mientras escucho
ese sonido proveniente de unos labios
que ni siquiera sabía abiertos;
una voz que parece sollozar
y los efectos secundarios de esas palabras
que se suceden sin ninguna emoción.
Tu frágil sonrisa es espeluznantemente bella.
¿Por qué sonríes?
El sol se pone para poder iluminar a la luna.
Sonríe así para siempre.
Rompe tu cuerpo contra el día a día
que parece a punto de desaparecer.
Si dibujo el cielo estrellado,
tú, que necesitas luz, te perderás.
¿Cómo se ha oscurecido tanto el cielo nocturno?
Tu llanto va cesando poco a poco.
Cuando estás en un espacio demasiado amplio,
no puedes sentirte en casa.
De pronto perdemos las palabras
y todo lo que queda son recuerdos.
Los suspiros se colocan unos sobre otros
en el mostrador,
escondiendo, como un capullo,
lo que hay frente a ti.
A la deriva sobre las olas moribundas,
un lamento florece.
Ojalá pudiera cambiarme por ti
y olvidar en tu lugar.
Sonríe así para siempre,
recordando aquellos días aparentemente frágiles.
Si metes la mano en un mar de estrellas,
perderás tu remo y no podrás
seguir adelante.
Personas que desaparecen
en la noche estrellada.
Personas que flotan
sobre un mar estrellado.
Colores pintados en el cielo distante
parecen cogerte de la mano.
Esa voz que te busca
y te insta a entrar en la oscuridad
ha vuelto a abrir la puerta
a los recuerdos de la noche.
*El título de esta canción, Den lille Havfrue, es el del cuento La Sirenita en holandés, la lengua original en la que fue escrito por Andersen.
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