La tristeza es mi pan
y las lágrimas, mi vino.
El olvido, mi felicidad
enterrada bajo los dientes del tiempo.
Pues fría es la piedra
cuando la escarcha devora la tierra;
la consolación no es un regalo
de la gélida mano del invierno.
Sobre un montículo de nieve
dejaré mi armadura rota.
Lo que el acero y el hierro
no se lleven consigo
lo entregaré en nombre del invierno.
No hay bien en un alma huraña
ni utilidad en un simple bellaco.
No será esposo para las novias
de cabellos trenzados
este hombre viejo y penoso.
Si pudiera respirar
y ver el sol de mayo,
pero más largas que los días
son las noches
mientras me marchito.
Llegó el hombre de la corona
al compás de los tambores de guerra.
Dijo que ningún brazo
tiene la fuerza suficiente
sin dos buenos pies.
Pero no he desaparecido
de los ojos de la doncella
con la que me casaré.
Cosecharé los campos de Tuonela,
los bienes de mi esposa en la muerte.
*Tuonela, o Manala, es el mundo de los muertos en la mitología finlandesa, similar al Hades griego.
**Para Jhoana. Perdona por haber tardado tanto.
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