Despertando al tiempo que florezco
en una llanura que abarca
hasta donde la vista alcanza,
soy una flor salvaje y solitaria.
Los fulminantes rayos del sol
me deslumbran,
pero, si el sol se apagara y se enfriara,
mis rodillas se congelarían.
Vuelve a amanecer:
bienvenido, nuevo día.
Tu aroma lejano siempre me emociona.
En el páramo, una flor solitaria
florece en todo su esplendor,
y así lo haré yo.
Las estrellas se ríen mientras me observan.
Golpeo el cielo nocturno y lloro,
me siento solo y sin amigos.
Me enfrento a otro amanecer:
bienvenido, nuevo día.
Por más lejos que el viento te arrastrara,
tú siempre pensaste en mí.
¿Por qué querría una flor solitaria como yo
florecer en el páramo envuelto en niebla?
Debes saber que alguien te observa.
Debes saber que alguien te observa, lala, lala.
En el lejano horizonte,
el sol siempre se balancea.
No rechaces el mañana,
deja que mis raíces crezcan
para que pueda florecer.
Siempre florezco en el páramo,
con el viento soplando con fuerza.
Aunque no pueda ver el horizonte,
sé que floreceré.
Hoy volviste a despertar
al tiempo que florecías.
El rocío nocturno cae como si fueran lágrimas.
Eras una flor salvaje y solitaria
sin ninguna otra cerca de ti.
Puede que seamos solitarios,
pero no estamos solos.
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