Demasiado viejo para amar,
demasiado joven para que me importe
y demasiado imbécil para esperar.
Dos bocas, un beso
y sé que esta vez
debería jugar sin trampas.
Porque me despierto por las mañanas
sintiéndome vivo
y sé que ella es la única
que no me dejará de lado.
Le rezo al Señor
por no joderlo esta vez
porque la quiero dejar entrar.
Adiós de nuevo a mi amor.
Hola, ansiedad.
Su sonrisa deja entrar al demonio
con esa piel blanca como la nieve.
Su figura es delicadamente delgada
y yo soy su Romeo.
Es demasiado caliente para tocarla
y ya estoy bastante quemado,
pero volveré a intentarlo.
Perdóname por lo que he hecho,
por mis pecados pasados.
Todo el mundo la mira
y yo estoy a su lado.
Y puedes llamarle lo que quieras,
pero siempre será mía.
Mi Lolita, mi seductora, veneno, mi cianuro:
no me llega la hora de beberla.
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