La primera noche
que te mostraste ante mí,
con el cabello empapado,
mi corazón sollozó.
Mientras te abrazaba
contra mi pecho,
la soledad se iba apoderando de mí.
Seguramente no sea capaz
de darte una respuesta
sólo con mis labios,
pero tal vez pueda con mi piel febril.
Mientras cerraba los ojos,
pensé que en aquel instante
mis plegarias habían sido escuchadas.
Aun ahora sigo amándote profundamente.
No sé, no sé qué me ha ocurrido.
Sin fin, sin fin, mi corazón tembloroso
se vuelve loco en tus brazos
y desea que me destroces por completo.
¿Cuánto deberías importarme?
Mis lágrimas no cesan, pero, ¿por qué?
Las puntas de mis uñas
se deslizan por la parte trasera
de tu camisa.
Como una tormenta vertiginosa,
exijo tu presencia aquí.
Como si hubiera encontrado
aquello que andaba buscando,
te sujeto con fuerza.
Aquel calor que una vez tuve...
Mi amor sigue ardiendo por ti.
Duele tanto, duele tanto
esta voz ronca.
Me asfixia, me asfixia
esta noche que no termina:
un sueño bendito
en el que podemos estar juntos.
No quiero formar parte de esas mentiras.
¿Cuán fuerte he de volverme?
Lo suficiente como para liberarme
de este dolor.
No sé, no sé qué me ha ocurrido.
Sin fin, sin fin, mi corazón tembloroso
se vuelve loco en tus brazos
y desea que me destroces por completo.
¿Cuánto deberías importarme?
Mis lágrimas no cesan, pero, ¿por qué?
*Para Alejandra. Siento haber tardado tanto. ¡Me había olvidado por completo!
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