Hazme maravillar,
hazme comprender,
enciende la chispa de la duda
y da a luz a una nueva mente;
trae a la Tierra lo inimaginable.
Siempre receloso del pensamiento cautivo,
precavido ante la mínima palabra desagradable;
observa cómo todo tu ser, de dónde vienes, de qué estás hecho,
se adentra en lo desconocido.
Tú que envías a los poetas a las estrellas,
tú que osas ver más allá de la creación humana,
¡pobre de ti que huyes del horizonte!
Escuchando a Sagan,
soñando con Carl Sagan*,
lo desconocido se precipita.
¡Pobres de aquellos que se detienen ante el horizonte
a sabiendas de que ningún poeta se queda atrapado en él!
¿A qué clase de mundo podemos llamar hogar:
al nuestro?
Oasis de amor, humildad y esperanza
que erradica todo lo que no ayuda a la vida.
¿A qué clase de meta podemos llamar alta,
qué clase de vida se baña en el blanco más luminoso?
Un mundo ilimitado se alzará.
Hijo de hombre, atrévete a despojarte de la cobardía.
*Carl Sagan fue un astrónomo, astrofísico y cosmólogo americano.
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