Oh, ella ha vuelto.
Solsticio de invierno, fin de los trabajos.
Dolores hermosamente decorados:
al gusto humano, supongo.
Desde los tejados los oigo cantar,
los coros armonizan a través del aire calmo.
Me pregunto y trato de adivinar
si alguno se podría unir al mío.
La luz del amanecer no se hace esperar,
pero esta noche encierra un deseo:
nunca liberes la luna,
podrías perder el silencio.
El mundo queda lejos, siempre igual.
Esta noche le he dado a Yule su verdadero nombre*:
comencé esta canción que tal vez no consiga
lo que conseguiría una canción de verdad.
Como recordar no es lo mío,
no consigo darle a esta canción un aire pasado.
Me pregunto y trato de adivinar
por qué damos tanto peso al tiempo.
La luz del amanecer no se hace esperar,
pero esta noche encierra un deseo:
nunca liberes la luna,
podrías perder el silencio.
La luz del amanecer no se hace esperar;
así que, querida canción, descansemos aquí un poco.
Nunca liberes la luna
que te mantiene a salvo por la noche.
La luz del amanecer no se hace esperar,
pero esta noche encierra un deseo:
nunca liberes el viento suave,
los rotos necesitan volar.
*Yule es la celebración pagana nórdica del solsticio de invierno.
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