En mi mente,
en un futuro dentro de cinco años,
peso cincuenta kilos
y nunca tengo resaca.
Seré la imagen misma de la disciplina
independientemente del estado en que esté,
y seré alguien a quien admire.
Es gracioso que haya imaginado que sería esa persona ahora,
pero no parece que haya sucedido.
Tal vez haya olvidado cómo entender
que no soy exactamente la persona que creí que sería.
Y, en mi mente, en el lejano aquí y ahora,
he conseguido tomar las riendas
y nunca pierdo la cartera.
Soy la imagen misma de la disciplina,
nunca jodo nada
y soy una buena conductora defensiva.
Es gracioso que haya imaginado que sería esa persona ahora,
pero no parece que haya sucedido.
Tal vez haya olvidado cómo entender
que no soy exactamente la persona que creí que sería.
Y, en mi cabeza, de vieja soy muy guapa,
planto tulipanes y verduras
que cuido con mucho mimo,
a diferencia de ahora:
estoy tan ocupada con todo
que no me ocupo de nada,
pero seguro que lo haré cuando sea mayor.
Es gracioso que haya imaginado que sería esa persona ahora,
pero eso no es lo que quiero,
aunque sea lo que quería y haya acabado renunciando a ello.
Qué raro es entender
que no quiero ser la persona que quiero ser.
Y en mi mente me imagino tantas cosas,
cosas que no están sucediendo realmente.
Y, cuando me dejan caer al suelo,
empiezo a golpear la tapa
y a decir que aún no he acabado.
Aún tengo un tatuaje que hacerme
que pone que vivo el momento.
Es gracioso que haya imaginado que podía ganar esta pelea,
aunque quizá no sea tan gracioso
que haya estado toda mi vida peleando,
pero quizá deba pensar que es gracioso
si quiero vivir antes de morir.
Y quizá lo más gracioso de todo sea pensar
que moriré antes de llegar a entender
que soy exactamente la persona que quiero ser.
Sí, joder,
soy exactamente la persona que quiero ser.
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