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Todo el miedo y el fuego
del fin del mundo
se encienden cada vez que un chico
se enamora de una chica.
Se enciende la emoción,
se enciende la dulzura.
Por fortuna, yo permanezco impávido.
Del páramo, cariño,
estoy enamorado;
estoy enamorado de ti.
Las cosas que faltan por venir
son las que ya han pasado.
Como las manos ancianas,
como los cristales que se rompen,
como las hogueras que arden
con la pasión de una batalla sufrida.
Del páramo, cariño,
estoy enamorado;
estoy enamorado de ti.
Y amo también
que el amor pueda agotarse pronto
y dejarme conocer su dolor,
ver cómo se tambalea
mi páramo, cariño.
Tranquilo, mi amigo indeleble,
eres irrompible
por más que tiembles,
por más que enloquezcas.
No es más que un páramo, cariño,
y el día en que somos testigos de la muerte del sol,
de la nube y el frío y esos vaqueros que llevas,
el día en que contemplas sin miedo estas ruinas.
Del páramo, cariño,
estoy enamorado;
estoy enamorado de ti.
Y amo también
que el amor pueda agotarse pronto
y dejarme conocer su dolor,
ver cómo se tambalea
mi páramo, cariño.
Tranquilo, mi amigo indeleble,
eres irrompible
por más que tiembles,
por más que enloquezcas.
Es un páramo, cariño.
Y la fuerza del mar,
y la ausencia del verde
suponen la muerte de todo lo que he visto y no he visto.
¿No somos los hombres el comienzo
de todas las cosas que faltan por hacer?
Del páramo, cariño,
estoy enamorado;
estoy enamorado de ti.
Y ya está.
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