Mi cosecha dará frutos,
brotecito valiente entre los millones
que miran al sol.
Me detendré ante un hombre
que recién comienza su camino.
Algo nunca cantado acude
a nuestro encuentro.
El código cuaternario* le entregó una rosa
a la humanidad
para permitirnos ver morir algo hermoso.
Una pequeña tormenta planea sobre los cultivos
en la cara iluminada de un niño
al ver cómo los recoge la guadaña.
Únete a la cosecha de cien campos
copiosos y generosos,
todos provenientes de un pequeño grano.
Alumbra el día que llega, inspira al niño.
Riega el campo, ríndete a la tierra.
Riega el campo, ríndete a la tierra.
Riega el campo, ríndete a la tierra.
Son hermosos más allá de la poesía,
pero eligen una tristeza silenciosa:
cuanto más profundo es su mar, menos queda de ellos.
Encontrarán palabras hermosas
y mansos rebaños que reunir;
el carrusel del desafío.
Únete a la cosecha de cien campos
copiosos y generosos,
todos provenientes de un pequeño grano.
Alumbra el día que llega, inspira al niño.
Riega el campo, ríndete a la tierra.
Riega el campo, ríndete a la tierra.
Únete a la cosecha de cien campos
copiosos y generosos,
todos provenientes de un pequeño grano.
Alumbra el día que llega, inspira al niño.
Llega con vida.
*Nuestro ADN se expresa en un código cuaternario.
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