Soy aquel al que llamas El Ladrón:
el Universo, el verso blanco*, el séquito fúnebre.
Soy un refugio en el torrente desconocido.
Cantaré contigo hasta el amanecer
ahora que tienes voz,
Esposa de la Tierra entre los carroñeros.
Camina conmigo hasta tu mar.
Alguien me espera
en el mañana,
alguien con quien compartir al Ladrón;
polvo con significado,
precioso y poco común.
Soy la hierba, los gusanos y el polvo,
soy los distintos finales;
el dolor del mal pausado de una vida no cantada.
Que cada década cuente,
que vivas infinidad de cuentos
antes de la balada final de tu estancia.
Camina conmigo hasta tu mar.
Una tierra sin cicatrices,
una historia que nadie ha cantado,
un niño no-nato.
Espera mi toque, el golpe de suerte.
Ahora entra,
ven,
aquí tienes la vida.
Infinitud.
Pronto, te unirás al flujo silencioso,
lejos de los campos que conoces.
Sígueme, soy la chispa
al final de todo.
Dale propina a la Muerte**
para asegurarte de que la guadaña está afilada.
En cuanto nos pongamos en marcha,
sígueme hacia la oscuridad,
hacia el comienzo de todo.
*El verso blanco es aquel que carece de rima, pero cuya métrica es regular. Es el tipo de verso que utilizaba Shakespeare en sus obras teatrales y también es el empleado por románticos ingleses como Keats, a quien Nightwish hace referencia en otras canciones.
**En la mitología clásica, aquellos que morían debían pagar al barquero Caronte con una moneda para que los llevara al Hades y no quedarse a la deriva en el río Aqueronte.
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