Buscando el cielo, a tu voz le robaron las alas.
Arrastrándote en el abrazo maternal de la Tierra,
cantas la muerte.
Baila, payaso, encarnación de la destrucción.
Hay una bestia detrás de tu conciencia entumecida,
una barrera que tú mantienes en pie.
Ya que no puedes soñar, tampoco habrá un mañana.
El dolor, la soledad y la pena se entrelazan
y dan timbre a tu voz.
La desesperación y los recuerdos
te derriten los huesos,
una expresión nunca antes vista
que resuena como un trueno.
Tatuando el mal en tus ojos,
el trauma es un dolor rojo
que te lleva a la decadencia completa.
El verdadero rostro de los seres humanos
sale a la superficie con el luto,
exponiendo también tu auténtica belleza.
Incendiados de fealdad están el amor,
los sueños y hasta la realidad.
Podrías desaparecer sin dejar rastro,
quedando en cero.
Por eso en el último momento
decidiste acabar con todo.
Ahogado en amor, asesinado por el amor.
Derrotado por los sueños, transportado por los sueños.
Cubierto de mentiras, danzando entre mentiras.
Aferrado a la vida, preso de la vida.
Una, dos caras más
que caerán para revelar la realidad...
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